Transaminasas altas embarazo

Niveles altos de ast y alt en el embarazo

A pesar de los cambios fisiológicos, la mayoría de las pruebas hepáticas se mantienen dentro de los límites normales a lo largo del embarazo (Tabla 1). En general, se espera que los niveles de ALP materna aumenten como consecuencia del exceso de secreción de ALP por parte de la placenta y del desarrollo de los huesos del feto. Del mismo modo, los niveles de alfa fetoproteína (AFP) también aumentarán como resultado de la producción adicional del hígado fetal (9).

Si bien hay cambios de laboratorio esperados en las mujeres embarazadas, algunas también pueden presentar cambios imprevistos en los CL, que pueden indicar un proceso de enfermedad que implique al hígado (Tabla 2). Los CL anormales ocurren en una tasa de 3-5% en mujeres embarazadas (12). La detección de niveles anormales de AST, ALT, GGT y/o bilirrubina requiere una evaluación adicional.

Las enfermedades hepáticas en el embarazo pueden dividirse en tres categorías principales: (I) enfermedades hepáticas causadas por los cambios fisiológicos del embarazo, (II) enfermedades hepáticas que se han desarrollado casualmente durante el curso del embarazo y (III) enfermedades hepáticas crónicas o preexistentes antes del embarazo (Tabla 3, Figura 1).

Cuándo hay que preocuparse por los niveles de alt en el embarazo

FILADELFIA – La detección precoz de las complicaciones relacionadas con el hígado y las enfermedades hepáticas en las pacientes que están embarazadas conduce a la reducción de los riesgos y a la mejora de los resultados tanto para la madre como para el niño, según una presentación en la Reunión Anual del Colegio Americano de Gastroenterología.

«Lo primero es el reconocimiento. El reconocimiento es lo más importante porque el reconocimiento temprano nos permite cuidar mejor a nuestros pacientes», dijo durante su presentación la doctora Nancy S. Reau, FACG, del Centro Médico de la Universidad Rush de Chicago. «Las enfermedades hepáticas pueden ser exclusivas del embarazo, pero hay muchas cosas que pueden ocurrirle a una mujer con una enfermedad hepática [preexistente] que se queda embarazada, por lo que hay que manejar ambas direcciones».

Según Reau, es habitual que en las pacientes embarazadas disminuyan los niveles de albúmina y hemoglobina y que aumenten la fosfatasa alcalina y la alfafetoproteína. En cambio, los niveles de transaminasa hepática y bilirrubina suelen permanecer estables y deben investigarse los cambios en estos niveles.

Enfermedad hepática en el embarazo

Resultados: La paciente mostró un descenso progresivo de las transaminasas tras el parto del feto. Se detalló la tendencia diaria de las transaminasas, la terapia utilizada y los resultados maternos/neonatales.

Conti P, Ronconi G, Caraffa A, et al. Inducción de citoquinas proinflamatorias (IL-1 e IL-6) e inflamación pulmonar por Coronavirus-19 (COVI-19 o SARS-CoV-2): estrategias antiinflamatorias. J Biol Regul Homeost Agents. 2020;34(2).

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La enfermedad hepática aislada rara vez se produce durante el embarazo. Existen varias asociaciones entre la disfunción hepática y el embarazo. En esta revisión se analizan estas relaciones en el contexto del tratamiento obstétrico.

El hígado desempeña múltiples funciones: la biotransformación de compuestos insolubles (p. ej., fármacos, toxinas, bilirrubina), el metabolismo y la excreción de colesterol y bilirrubina, la producción de proteínas plasmáticas (p. ej., albúmina, factores de coagulación, alfa y beta-globulinas, transferrina, haptoglobina) y el metabolismo de aminoácidos, carbohidratos y lípidos.

No existe ninguna prueba de la función hepática que permita cuantificar la enfermedad hepática. La denominación «pruebas de función hepática» describe un panel de pruebas de laboratorio que perfilan aspectos discretos de la función hepática.1 La lesión o necrosis de las células hepáticas se mide determinando los niveles de aspartato aminotransferasa (AST) y alanina aminotransferasa (ALT), mientras que la función sintética del hígado (deprimida en la cirrosis o en la enfermedad hepática aguda grave) se cuantifica determinando el nivel de albúmina y el tiempo de protrombina. La colestasis y la obstrucción biliar se evalúan midiendo los niveles de fosfatasa alcalina, bilirrubina, 5′-nucleotidasa o gamma glutamil transpeptidasa1 (Figura 1). En los embarazos normales, los niveles de fosfatasa alcalina pueden estar elevados de tres a cuatro veces, secundario a los niveles de fosfatasa alcalina de la placenta.2-5